El final de su vida es calificado por muchos como un penoso resultado al que se le llama fracaso. Es la excusa de muchos para justificar sus malas acciones, falta de compromiso,
de entrega, sacrificio personal, desprendimiento y honestidad en una carrera política.
Para un buen segmento de los dominicanos, Duarte reposa en el lugar sublime de los ideales utópicos. Sus ideas y pensamientos plasmadas en frases estelares que se repiten hoy como ejercicio patriótico sin ningún efecto que modifique la conducta cívica o política.
Nuestro patricio, parece destinado a la eterna admiración y al suspiro de resignación de aquellos que al contemplar su hazaña, sueñan vanamente con superarla. La definición de éxito del liderazgo político dominicano está totalmente desvirtuada al día de hoy.
El pragmatismo es muy atrevido al considerar la lucha por ideales colectivos, un medio para un fin:poder y dinero. En eso se resume el éxito en política en la república dominicana, cualquier otra recompensa es solo retórica.
Duarte es un fantasma que viene de otro mundo a inspirar a algunos a soñar con el bien colectivo. A creer en sus ideales y en consecuencia a entregarlo todo por la patria. Aquellos que sabemos el valor de la integridad, de la trascendencia y lo efímero de la fama o del dinero, el nos sirve de estímulo.
Gracias a el, podemos definir el éxito político mas allá del ejercicio o preservación del poder, mas que por las riquezas acumuladas o el reconocimiento de tu generación. Su sueño aun está pendiente y su obra como nunca incompleta. Es importante recordar mas allá de su persona, su ideario inmortal.
El mejor homenaje, es convertirnos en soñadores de una mejor patria. En luchadores incansables por una mejor nación, en clones de su legado, en imitadores de su honradez y desprendimiento, en admiradores de su ejemplo.
Duarte nos sirve para destruir los malos dominicanos, esos que dicen que no se puede. Los que creen que tratar de transformar o cambiar la sociedad es una perdida de tiempo. Los que piensan que no vale la pena entregarnos por nuestro país.
Duarte es la respuesta para aquellos que no tienen conciencia. Sobre todo para los que quieren disuadirnos, los mercenarios del montón que se conforman con migajas, los bastardos sin gloria que ensucian la historia.
Aquellos que se mofan diciendo: que el terminó, pobre, exiliado y sin poder, deben saber que no es un tonto aquel que cambia lo que no puede retener, por aquello que nunca podrá perder. Para eso sirve Duarte, para soñar, para luchar y para servir.
Viva Juan Pablo Duarte, Viva la República Dominicana!!!
de entrega, sacrificio personal, desprendimiento y honestidad en una carrera política.
Para un buen segmento de los dominicanos, Duarte reposa en el lugar sublime de los ideales utópicos. Sus ideas y pensamientos plasmadas en frases estelares que se repiten hoy como ejercicio patriótico sin ningún efecto que modifique la conducta cívica o política.
Nuestro patricio, parece destinado a la eterna admiración y al suspiro de resignación de aquellos que al contemplar su hazaña, sueñan vanamente con superarla. La definición de éxito del liderazgo político dominicano está totalmente desvirtuada al día de hoy.
El pragmatismo es muy atrevido al considerar la lucha por ideales colectivos, un medio para un fin:poder y dinero. En eso se resume el éxito en política en la república dominicana, cualquier otra recompensa es solo retórica.
Duarte es un fantasma que viene de otro mundo a inspirar a algunos a soñar con el bien colectivo. A creer en sus ideales y en consecuencia a entregarlo todo por la patria. Aquellos que sabemos el valor de la integridad, de la trascendencia y lo efímero de la fama o del dinero, el nos sirve de estímulo.
Gracias a el, podemos definir el éxito político mas allá del ejercicio o preservación del poder, mas que por las riquezas acumuladas o el reconocimiento de tu generación. Su sueño aun está pendiente y su obra como nunca incompleta. Es importante recordar mas allá de su persona, su ideario inmortal.
El mejor homenaje, es convertirnos en soñadores de una mejor patria. En luchadores incansables por una mejor nación, en clones de su legado, en imitadores de su honradez y desprendimiento, en admiradores de su ejemplo.
Duarte nos sirve para destruir los malos dominicanos, esos que dicen que no se puede. Los que creen que tratar de transformar o cambiar la sociedad es una perdida de tiempo. Los que piensan que no vale la pena entregarnos por nuestro país.
Duarte es la respuesta para aquellos que no tienen conciencia. Sobre todo para los que quieren disuadirnos, los mercenarios del montón que se conforman con migajas, los bastardos sin gloria que ensucian la historia.
Aquellos que se mofan diciendo: que el terminó, pobre, exiliado y sin poder, deben saber que no es un tonto aquel que cambia lo que no puede retener, por aquello que nunca podrá perder. Para eso sirve Duarte, para soñar, para luchar y para servir.
Viva Juan Pablo Duarte, Viva la República Dominicana!!!
Excelente artículo, Like!...
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