viernes, 16 de junio de 2017

A donde nos llevan Los Verdes?

La República Dominicana en la actualidad vive un momento histórico, los retos que enfrenta nuestra clase política no tienen precedentes frente a la nueva sociedad que surge después de 1990 con la caída del muro de Berlín.

Es la causa principal de una obligada evolución de la clase política y sus liderazgos tradicionales que se formaron en la guerra fría. Estos están siendo cuestionados por una sociedad empoderada por la tecnología así como por el estado de derechos que surge en la posguerra.


Los reclamos de transparencia como valor social, las manifestaciones de protesta ciudadana, la participación cívica por medio del activismo en redes sociales y el uso de las marchas para generar presión social deben ser como parte de un proceso normal en este nuevo paradigma.   

Ante estos nuevos retos surge un escenario transitorio y circunstancial pero que sin dudas marcará un antes y un después para la sociedad dominicana por el impacto del caso de corrupción de mas trascendencia en la historia de América Latina, el caso de ODEBRECH. 

La reacción de la sociedad ante el escándalo internacional ha resultado en una indignación generalizada de gran parte de la sociedad dominicana, liderada por la clase media y media alta empoderada que se ha expresado a través de un grupo de organizaciones diversas de la sociedad civil y partidos de oposición denominada "LA MARCHA VERDE".

En un hecho sin precedentes nuestra sociedad decide movilizarse y expresarse en las calles por medio  de una amalgama de representación cívica de diversidad ideológica que por primera vez se han unido para reclamar el "Fin de la Impunidad".


Al cabo de varias marchas y un gran activismo en las redes sociales y medios de comunicación de masas, este movimiento a logrado posicionarse como instrumento de presión social de gran impacto en las decisiones del poder político en nuestro país.

Actualmente el gobierno del Presidente Medina luce acorralado y abrumado por los hechos generando un estado de condena anticipada de la sociedad frente a la difusión de informaciones que comprometen y cuestionan a importantes actores del poder legislativo, el tren gubernamental e incluso la clase política dominicana completa.

Ante esta ola de reclamo de transparencia y el estado de indignación generado por ese movimiento, la sociedad dominicana luce unida en cuanto al justo reclamo de acabar con la corrupción y la impunidad que tradicionalmente a caracterizado nuestro sistema político en las ultimas décadas. 

La sociedad expresa su identificación con esos nobles objetivos y aspiraciones que reclama el movimiento verde con sus consignas, movilizaciones que han logrado una reacción del poder político: La Procuraduría General de la República ha sometido a la justicia a 14 personas encartadas en el caso y el Juez Ortega ha dictado las mas estrictas medidas de coerción para los acusados.

Ninguna de las medidas asumidas por el gobierno parecen satisfacer al colectivo y pareciera una especie de sanguijuela insaciable que mientras mas se le complace mas reclama y mas fuerza exhibe.

En este momento la temperatura social puede medirse al interaccionar en las redes en una presión social dirigida a acentuar una división de la población entre buenos y malos, verdes y morados.

Frente a la tensión diaria que experimenta un ciudadano común esta el evitar por todos los medios expresar cualquier idea que salga del guión mediático o el discurso difundido por ese movimiento.  

Una especie de dictadura, de censura previa o chantaje que condiciona obliga al que se expresa a usar ciertos códigos de identificación obligatoria para señalar su apoyo a esta moda verde. 

La expresión pública y el activismo del movimiento verde genera una presión social en la población y en todos los actores de la sociedad, el que no se identifica con el movimiento verde es juzgado o señalado duramente como un corrupto o un cómplice aunque nada tenga que ver con el caso. 

Así mismo cualquiera que se refiere a algún aspecto positivo de las acciones del gobierno e incluso muestra satisfacción por la respuesta de las autoridades la respuesta de estos activistas no da tregua para insultar o descalificar a quien libremente expresa su parecer. 

Las acusaciones alegres, las agresiones y difusión de información falsa y manipulada reina en el espectro web alimentando las pasiones o exacerbando a la población con discursos de barricada que piden desde la renuncia del presidente hasta lanzarse a las calles.

En medio de toda esta amalgama de presión social, de evidentes fuerzas externas a nuestro país, se toman día a día decisiones que tendrán un impacto de alcance todavía no calculado en términos de sus consecuencias para nuestra estabilidad social, económica y financiera.

De momento hay una decisión de presionar constantemente cada parte del proceso en una suerte de vigilancia social a cada etapa del proceso judicial del caso odebrech. Hasta el momento no se visualiza un desenlace y un balance claro de que lograremos al final de la jornada, sin animo pesimista debo confesar que me preocupa ese nivel de incertidumbre.

Las razones para preocuparse son muchas en primer lugar porque hemos sido excitados y compelidos a marchar impulsados por la emoción y no por la razón. 

A partir de un abordaje politizado del tema de la corrupción y peligrosamente enfocado a un tipo de corrupción, obviando al menos en el discurso práctico otras modalidades vinculantes a ese mal social.

Ahora que la organización marcha verde se ha posicionado logrando fuerza social de importancia como para presionar al gobierno y sus instituciones incluso a sobre actuar con medidas populistas o decisiones complacientes mas allá de lo establecido por las leyes o la prudencia política.

Es saludable preguntar:
A donde nos llevan Los Verdes? 

Es sencilla esa pregunta, pero ante la falta de respuesta o la total ausencia de prepuestas claras les dejo para reflexionar a aquellos que a parte de emoción prefieren usar la razón. 
    
Mencía Ortíz