Al conmemorarse el aniversario de nuestra independencia, surge en mi mente la necesidad de actualizar este hecho histórico revisando su impacto en la actualidad política que vivimos como nación.
El hecho que celebramos, es un legado histórico de los llamados padres de la patria. El noble sueño de Juan Pablo Duarte, al día de hoy todavía esta incompleto y pendiente en la república dominicana, pues su sueño de liberación, sin lugar a dudas tenía un alcance mas allá de la dominación o invasión territorial y política.
El sueño de independencia y el concepto de patria tiene mucho contenido vinculado al desarrollo humano y a la realización de un estado estructurado en la autonomía de un de una serie de libertades amparadas en unos estándares de justicia y de equidad social.
La soberanía de un país es una meta noble pero, cuando esta se ejerce bajo algún tipo de sumisión o esclavitud en aspectos vinculantes a su desarrollo queda en un plano de relatividad el logro de su independencia.
Hasta que punto nos hemos conformado con una soberanía y una libertad tan relativa.
Creo que es hora de proponer una nueva lucha por la liberación, esta vez en busca de lograr la independencia que concede el desarrollo integral como nación.
La sumisión que tenemos hoy a un sistema educativo obsoleto, un sistema de seguridad del siglo pasado sin vocación de avance, un sistema democrático soportado en la fragilidad institucional y la espera por una ley de partidos que garantice realmente la competencia electoral.
Con un sistema de justicia dependiente, un gobierno convenientemente análogo, un liderazgo económico conservador, mediocre e irresponsable, una sociedad apática de su ante sus más elementales deberes ciudadanos, que apenas descubre que tiene una voz y ya se cree con el poder de poner las reglas.
Solo por citar algunos de los múltiples diagnósticos que he realizado a los pilares donde descansa el desarrollo humano en República Dominicana, debo arribar a concluir que es oportuno y propicio el momento para iniciar una verdadera revolución.
La revolución que propongo a cada ciudadano, es distinta a la que fue necesaria en los días de Duarte, es la revolución de las ideas, la única posible en el ciclo de paz mundial que vivimos, la única sostenible en la era del conocimiento.
Urge iniciar por un cambio de actitud que pase de la protesta a la propuesta, para enfrentar el gran invasor y el opresor de nuestra patria, que no pertenece a partidos, que no ostenta el poder, si no que radica dentro de nosotros mismos.
Nosotros que insistimos en reaccionar emocionalmente como sociedad como niños de primera infancia haciendo berrinches y gritando a nuestros padres porque tenemos hambre y no sabemos hablar todavía.
Debemos declararnos en guerra contra el estancamiento que producen los liderazgos conservadores que en nuestra sociedad están representados al igual que en todo el mundo por las familias que desde siempre se amparan en la clase política de turno para continuar acumulando capitales.
Los que nos escogen un enemigo político para distraer nuestros ojos de nuestro verdadero verdugo, esos que detienen y retrasan nuestro mayor reto que es lograr la independencia del subdesarrollo.
Los grandes pasos que debemos dar como sociedad, no demandan de los ciudadanos grandes conspiraciones, invocar la anarquía, exacerbar las pasiones con irresponsable fervor llamando a las calles o a tomar las armas.
Las armas de esta guerra están disponibles recorriendo caminos que otros pueblos hermanos han recorrido. La presión social juega sin dudas un papel y es el gran catalizador de los cambios sin embargo, es en la innovación, actualización, investigación, donde encontraremos el camino.
La independencia que produce el conocimiento es más revolucionaria que cualquier fuerza social o política. La objetividad que produce procesar toda la información disponible sin los prejuicios de la pasión sectárea que nos nubla, ese es el camino.
Una formidable masa planteando o demandando consistentemente pero sin una visión clara, actualizada de que queremos y como lo queremos. Sin el respeto por un plan de largo plazo consensuado por todos los sectores de nuestra sociedad estamos perdidos.
En medio de este concierto de expresiones libres e independientes no es posible escuchar la voz de una conciencia de lo que es realmente una patria.
Antes de lanzarnos a esta revolución que propongo debemos ver nuestra necesidad de enfrentar el mayor de los opresores nuestro estado de pobreza material, nuestro más grande enemigo el sub-desarrollo y el mayor obstáculo a vencer, nuestra ignorancia.
Mencía Ortíz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario