jueves, 30 de marzo de 2017

RD: Protestas y Propuestas.

La República Dominicana está avanzando en su madurez cívica y despertando al entendimiento de que tiene una voz para demandar en el contexto democrático. 

Una conducta muy determinada de quienes dirigen movimientos con el propósito de institucionalizar esa voz al rededor de reclamos nobles y colectivos.  

Con el fin de la guerra fría y la aparición de la red Internet el empoderamiento ciudadano logró herramientas eficientes para manifestar su aprobación o su rechazo a cualquier medida y en tiempo real.

Tenemos una sociedad que celebra la protesta pacífica y la disfruta como un alegre carnaval al experimentar sus beneficios intrínsecos que produce dado nuestro trauma histórico por la dictadura, al salir a las calles sin esos miedos ancestrales a la represión se genera una satisfacción terapéutica para algunas generaciones que no pudieron disfrutar esa experiencia.  

Nuestra sociedad reacciona con emoción al descubrir el sabor de la libre expresión de su pensamiento de forma colectiva en las redes sociales y el sentir que ahora pueden confrontar en un plano de igualdad a sus gobernantes se sienten empoderados.

Al contemplar este escenario no puedo mas que felicitar a mi sociedad y apoyar su valentía, dándole algunas exhortaciones pertinentes para que ese poder ciudadano trascienda mas allá de una moda pasajera.

Es importante acompañar la protesta de las propuestas que contengan soluciones viables y realistas. Cada vez más es necesario entender lo que ese poder significa, el compromiso por las luchas de bien colectivo no son un carnaval, son la esencia misma de la verdadera política. 

Encarnar un sentimiento colectivo, arengarlo, liderarlo, es fácil en esta sociedad cuando se juntan una serie de factores detonantes. 

La estructura básica para convertir la indignación social en un combustible para la protesta es formidable y eficiente, el uso de las redes sociales es una tendencia mundial propia del estado de derechos y del ciclo de paz mundial que surge después del 1990. 

Al analizar sin prejuicios los movimientos de protesta de la llamada marcha verde, podemos concluir que estamos frente a una nuevo paradigma de protesta y de lucha social en la República Dominicana. 

El éxito de la convocatoria y los efectos que tienen estas manifestaciones en nuestro país tienen a muchos sectores entusiasmados e ilusionados por distintas razones, según este movimiento coincida con sus objetivos.  

La existencia de un noble reclamo, la ausencia de un líder identificado como cabeza del movimiento le concede una vida útil llena de futuro y de incertidumbre, porque su fortaleza es su debilidad. 

Seguimos como sociedad en un proceso de transformación que este tipo de fenómeno contribuye a acelerar sin que podamos visualizar en el corto plazo el efecto tangible de esas protestas.

Un pueblo polarizado al rededor de dos grupos, un grupo se enfoca en la protesta, otros trabajan en elaborar propuestas. Ambos grupos tienen objetivos comunes pero estrategias distintas de como lograr los objetivos. 

La realidad es que el país sólo puede avanzar hacia adelante cuando la protesta sea acompañada de propuestas, realistas, prácticas, fruto del estudio, del consenso entre los intereses en conflicto. 

La presión social mal enfocada puede generar la perdida de la paz social y con ella la inestabilidad política que deviene en una debacle de la economía en niveles indeseados.

Es imposible obtener orden del desorden, lograr avances retrocediendo, obtener una nueva sociedad destruyendo la que tenemos. 

Los modelos y los ejemplos que tenemos de como logran los pueblos surgir aún de las cenizas para encabezar niveles importantes de desarrollo no son fórmulas mágicas de las que podemos seleccionar la parte que nos guste y desechar el resto.

La política como ciencia no improvisa sus acciones, cuando se trata de luchas por mantener el poder nuestro liderazgo nacional puede gestionar cualquier proceso de demanda social con relativo éxito, nuestro gobierno tiene las habilidades, experiencia y recursos para campear el temporal.

La sociedad puede continuar fortaleciendo sus medios de protesta pacífica si logra cuidar la vulnerabilidad de aquellos que organizan sus manifestaciones, evitando se politicen las protestas y pierdan credibilidad frente a la población en general. 

Debemos asumir y trabajar en la elaboración de propuestas, de soluciones que respondan a un visión integral donde prime el interés en el colectivo, desde una trinchera de lucha que garantice la preservación de lo que ya hemos logrado.

Un ejercicio racional impone la creación de espacios de discusión y evaluación orientado a las soluciones en vez de a mover las emociones sin un propósito tangible mas allá de satisfacer una supuesta sed de justicia que por selectiva es deshonesta.

Hay que apreciar y valorar nuestros pequeños avances cívicos al abrazar la protesta pacífica, a la espera de que nuestro liderazgo político asuma un postura receptiva y consistente ante la nobleza de los reclamos sin aferrarse torpemente a la paranoia política para descalificarla.


Mencía Ortíz           




  

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